El caso Sri Lanka y las teorías ecologistas

El presidente de Sri Lanka Gotabaya Rajapaksa prometió en su campaña electoral de 2019 que la agricultura de su país pasaría a ser totalmente ecológica en un periodo de 10 años. Pensaba, aconsejado por teóricos del ecologismo, que su país podía fabricar fertilizantes orgánicos suficientes y que podía convertir
su país en un sinnúmero de huertos ecológicos.

La crisis del COVID-19 afectó gravemente a Sri Lanka al cortarse drásticamente el turismo que era la fuente de la mitad de las divisas del país. Y seguidamente la crisis energética llevó a una subida de los carburantes y de los fertilizantes sintéticos.

Por eso en abril de 2021 el presidente se decidió a cumplir con su promesa electoral:
Prohibió la importación y el uso de fertilizantes sintéticos y fitosanitarios, ordenando a los 2 millones de agricultores de su país que se pasaran a la agricultura ecológica, pensando que así se ahorraría los 500 millones de dólares que se gastaba el país cada año en fertilizantes.

El resultado de tal decisión fue terrible. Contra quienes sostienen que la agricultura ecológica produce igual que la convencional, la producción de arroz del país cayó en un 20% en los seis primeros meses. Sri Lanka, un país que se autoabastecía de arroz desde los años 70, pasó a tener que importar arroz por 450 millones de dólares y no pudo evitar que los precios de este cereal subieran un 50 por 100, con grave impacto sobre las economías familiares en un país en el que el arroz es un alimento básico.

La prohibición de fertilizantes sintéticos y fitosanitarios hundió también la cosecha de té (el famoso Té de Ceilán) y el caucho. Estos productos constituían, tras el turismo, la segunda gran fuente de divisas del país. En noviembre de 2021, con la producción de té en caída libre, el gobierno levantó parcialmente la prohibición de fertilizantes sobre el té, el coco y el caucho, y ofreció a los agricultores 200 millones de dólares en ayudas y 140 millones a los productores de arroz. Pero esto no compensó las pérdidas de los agricultores que sólo en lo que se refiere al té perdieron más de 425 millones de dólares.

El coste social de esta decisión ha sido todavía peor. Medio millón de personas de clase media se hundieron en la pobreza. Una inflación disparada (hasta el 54.6%) y una fuerte depreciación de la moneda forzaron a recortar las importaciones de alimentos y combustible según sus precios iban subiendo.

En mayo de 2022 el gobierno no atendió el pago de su deuda externa y, no teniendo divisas suficientes para importar combustible, decidió prohibir la venta de gasolina y gasoil a los particulares. Esta situación de grave desabastecimiento de alimentos y combustibles, ya con
unos precios desorbitados, hizo estallar revueltas en todo el país. Son llamativas las fotografías de la toma del palacio presidencial.

El presidente huyó del país en un avión militar tras presentar su dimisión en julio de 2022.
Existe una relación directa entre los rendimientos que se obtienen en Agricultura y los fertilizantes y fitosanitarios. Y esto se sabe desde principios del siglo XX y fue el motivo de que Klaus Haber obtuviera el premio Nobel al conseguir sintetizar nitrógeno del aire, que es el elemento que más afecta a la producción agrícola. Ese nitrógeno sintético es lo que permite que hoy vivamos 8.000 millones de personas en el mundo. Y no existen en la Tierra ni animales ni fuentes suficientes para sustituir los fertilizantes químicos por otros orgánicos.

 

 

José Luis Romeo Martín
Presidente de la Agpme
(Asociación General de Productores de Maiz de España)

 

 

 

 

Comenta esta noticia
Nadie ha comentado esto aún. Sé el primero en hacerlo!!!
Compartir